Leo Pienso Opino

Bienes emocionales: Afecta la Ley de la oferta y la demanda el valor de los gestos de amor?

In familia, mujer, reflexión on diciembre 26, 2011 at 11:25 pm

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Hay dos cosas que aprendí a fuego estudiando Ingeniería Comercial: la partida doble en contabilidad y la ley de la oferta y la demanda en microeconomía. Esta columna esta dedicada a hablar de lo segundo, y de cómo esta ley archiconocida en economía hace más de un siglo, no tan solo afecta a los productos que se transan en un mercado, sino que también afecta a los que llamaré “bienes emocionales”. Partiré por explicarle brevemente la ley de la oferta y demanda (por favor resista el párrafo y no abandone la lectura!!) para posteriormente linkear esta ley con los bienes afectivos o emocionales, transados diariamente por los humanos en el mercado de la vida.

La Ley de la Oferta y la Demanda plantea básicamente que el precio de un bien está dado por la cantidad de oferta que existe de ese bien en el mercado y la cantidad de demanda de ese mismo bien.  Esta ley asume que en un mercado de competencia perfecta (llámese a aquel en donde las empresas carecen de poder para manipular el precio), el precio de mercado para un bien se establecerá en un punto llamado punto de equilibrio, donde la demanda se iguala a la oferta.

Donde P=precio y Q= cantidad

Existen tres consideraciones básicas a tener en cuenta para entender como funciona esta ley:

1.- Cuando, a un precio dado, la demanda por un bien excede la oferta que existe de ese bien, el precio tiende a aumentar. Inversamente, cuando la oferta excede la demanda, el precio tiende a disminuir.  Ejemplo: Cuando hay un invierno muy crudo y hay menos producción de verduras, el precio de estas sube. Si el invierno fue extremadamente bueno y hay demasiada producción de verduras, el precio de éstas baja.

2.- Un aumento en el precio tiende a disminuir la demanda y a aumentar la oferta (otro día les explico lo de las elasticidades). Inversamente, una disminución en el precio tiende a aumentar la demanda y disminuir la oferta. Ejemplo: Cuando el precio de las papas sube mucho, comenzamos a comprar menos papas (y más arroz!) y viceversa. A su vez, los agricultores de papa también aumentaran o disminuirán la producción dependiendo del precio de las papas (sino, pregúntenle a los productores de pollo)

3.- El precio tiende al nivel en el cual la demanda iguala la oferta.

Después de esta clase más que básica de economía, pasemos al paralelo que prometí en el primer párrafo: Cómo afecta la ley de la oferta y la demanda a la valorización que hacemos de los bienes emocionales?. Aquí va:

A quién no le dijeron en la adolescencia que había que hacerse la difícil con los hombres para que te pescaran? O ya más mayorcita, escuchaste decir que a las mujeres brujas les va mejor que a aquellas muy buenas? O que a los hombres muy buenos las mujeres no los pescan? . Bueno, mi humilde opinión es que esto sucede porque ante un exceso de producción u oferta de bienes emocionales (cariño, amor, sexo, amistad, gestos tiernos, etc. etc.), éstos últimos pierden valor para quien los recibe. Cuando tenemos un marido que nos regala flores todos los meses, ese regalo se transforma en un bien no exclusivo y pierde valor, recibirlas se transforma más en un derecho que un privilegio. En cambio, aquel marido que jamás ha regalado flores, tenga por seguro que el día que lo haga obtendrá excelentes resultados (si es que aun tiene señora y ésta no es muy puntillosa y se cuestione el “por qué” del regalo).

Así también, cuando nuestros hijos o amigos son extremadamente cariñosos o preocupados o atentos, estas demostraciones formarán parte de lo habitual y podrían perder o disminuir su valor. Sí, como lo oyen, perder valor, bajar de precio producto de un exceso de oferta.

Al revés, cuando nos vemos enfrentados a personas poco expresivas o atentas, reaccionamos con sorpresa y alago ante cualquier atención de su parte, y la valoramos muy por sobre otras atenciones igualmente importantes pero que provienen de alguien que habitualmente nos las expresa.

Quién no se ha sorprendido comentándole a algún amigo acerca de un gesto especial recibido de alguien de quien no lo esperaba? O quien no ha esperado eternamente un “gracias”  por un regalo enviado? “Gracias” que nunca llega producto de que el receptor consideró el regalo como un gesto altamente esperable, por ente carente de tanto valor?

Pero la pregunta siguiente es: cómo hacer que nuestra producción de bienes emocionales recuperen su valor? La economía habla de dos alternativas posibles: reduzco la oferta de cariño, es decir, digo menos “te quiero” para que cuando lo haga lo valoren. O bien, hago algo para aumentar la demanda de cariño, así el valor de estos bienes emocionales no cae (pues el punto de equilibrio se mantiene), es decir, hago algo para que quienes me rodean no resten valor a mis actos de amor pese a su alta producción.

Obviamente yo postulo que lo mejor será siempre un aumento de la demanda de bienes emocionales por sobre la reducción de la producción de estos. Ello implica que mis hijos y mi marido deberán aprender a valorar como si fuera el único y último cada “te quiero”, cada  pieza ordenada, cada ropa planchada, cada comida servida y cada regalo recibido. Ello implica que cada uno de nosotros debe cuidarse de no “bajarle el precio” a los bienes emocionales entregados por personas altamente productivas! Hay gente muy cariñosa a la cual finalmente nadie les reconoce sus atenciones! Cuántos colegas a los cuales, por el solo hecho de estar siempre disponibles para ayudar, ya ni siquiera les valoramos su apoyo? En cambio, es tema de conversación cuando el ogro de la oficina se digna tan solo a decirnos “hola”?

Desde mi perspectiva, aun cuando la Ley de la oferta y la demanda afecta el valor de los bienes emocionales que producimos y adquirimos de nuestro entorno, podemos hacer cosas para que aun frente a una superproducción de bienes emocionales, el precio de estos no caiga. Cómo? Valorando los pequeños gestos recibidos de quienes nos rodean como si fueran los últimos de su especie.

Ya sabe, la próxima vez que su señora lo espere, como todos los días, con la mesa puesta y la comida caliente, agradézcaselo mucho, mire que de no hacerlo, le está bajando el valor a un bien que le aseguro extrañará el día que a ella se le ocurra dejar de producir.

  1. Interesante la perspectiva de tu análisis, sin embargo creo que una parte de la oferta emocional obedece a formación cultural, del entorno de formación precoz, biografía afectiva, etc., lo que la transforma en no modificable en el corto plazo, haciendo que eventualmente la reacción del oferente sea más bien una conducta de hastío más que de re-enfoque de su propia oferta.

    Cuando sentimos que nuestra oferta no es valorada, probablemente en un tiempo muy corto determinaremos que ya no hay demanda por ella y terminaremos cambiando la oferta y/o suspendiendo la producción. Se necesitará de ciertos momentos de catarsis afectiva oferente / demandante, para decidir re tomar la opción de ofertar, esto siempre y cuando no nos sintamos cómodos con el producto que estamos ofreciendo en función del paga recibido. Bien metafórico paro haber si se entiendes.

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    • De acuerdo contigo. El punto es cuando las barreras de salida son tan grandes que no puedes suspender la produccion de ciertos bienes emocionales, entonces existe sobre oferta, poca demanda y bueno, una caida violenta en el precio!

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  2. Isabel, este análisis economisista respecto de las emociones y el valor de éstas según las leyes de la oferta y demanda, me recordaron la premisa de Descates: «pienso, luego existo». En otras palabras, concebir al ser humano como un ser racional y en consecuencia tratar de racionalizar todo. Esta posición, tiene en la ontología del lenguaje una visión alternativa que concibe al ser humano como una coherencia entre tres dominios fundamentales: el lenguaje, el cuerpo y las emociones.
    Pero volviendo a tu análisis y siguiéndolo al extremo, podríamos darle menos comida a los hijos de forma que queden con hambre y esta disminución en la oferta les haga valorar el hecho de que los papas siempre les proveen de ésta y así lo agradezcan.
    Pero ocurre que este ejemplo extremo es muy difícil que se dé. Siento que no se da porque hay una variable que no se cumple como en la teoría económica y tiene que ver con que dar afecto, cariño, regaloneo, ser solidario, etc. produce placer también al que lo da, independiente del grado de retorno en emociones que esta oferta tenga. Al contrario de los bienes y servicios en que si ofreces y no te demandan sufres y quiebras.
    En definitiva, y haciéndonos cargo de la fecha en que estamos: ama al prójimo como a ti misma sin esperar nada de ese prójimo.

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    • Hector, feliz de recibir tus comentarios!. Y si, mi columna apunta casi a ironizar un tema que mas bien es pura emocionalidad. Tu ejemplo de los niños y la comida lo grafica muy bien. Mi columna no considera por ejemplo el altruismo en el comportamiento humano, lo cual da sin duda para otra columna.

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  3. «Así también, cuando nuestros hijos o amigos son extremadamente cariñosos o preocupados o atentos, estas demostraciones formarán parte de lo habitual y podrían perder o disminuir su valor. Sí, como lo oyen, perder valor, bajar de precio producto de un exceso de oferta.»

    Que sabio ! Lo habia notado , pero nunca desde una perspectiva comercial .
    Pd : muy bueno el articulo , pero el titulo me resulto muy confuso .

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    • Benjamin, me sacas de contexto. Te falta capturar la parte donde postulo que no puede ser que los bienes emocionales caigan en la misma categoria de los bienes de mercado! Es decir, valora el cada muestra de cariño como si fuera la ultima de la vitrina!

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  4. Muy interesante y es por eso que de vez en cuando se deben hacer promociones….buscar nuevos mercados…y encontrar el punto de equilibrio.

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  5. Me gusta la vision que plantea Veronica. Eso de las promociones y busqueda de nuevos mercados. Por supuesto en lo relativo a emociones, no se mal interprete ¡¡¡¡¡¡

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